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tu cuerpo

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Encuentro en tu cuerpo el lugar de descanso en mi vida menos corriente, es que  tal vez no sean tantos los que, como nosotros, hayan descubierto que en el abrazo, tan sentido de gratitud, es donde reside toda nuestra magia al compartirnos el único latido que tenemos,  una entrega a cielo abierto, donde se deja hasta la piel. En tu cuerpo, yo descanso. Y es demasiado.

LOS TRES A FINAL (tercera parte)

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  PARTE 3 Mientras caliento café para Hernán, que yace tranquilo en el sillón, Martín tiene intacto su vaso con agua en la mesa, Darío mira fijo por la ventana como si maldijera   cada gota que se estampa en el vidrio, las mismas que empaparon su original chaqueta Londinense. Binky de mi lado, aguarda mis movimientos. ─ Bueno Ani, hablemos, decinos qué pasa ─   rompe el silencio Hernán. Siempre admiré su practicidad, su manera de encarar los “problemas complejos” cuando me cuenta de su trabajo. Tiene poder de resolución y estima mucho su tiempo. Yo lo miro como si lo saludara especialmente solo a él. Tengo debilidad por Hernán, es el más antiguo y es quien estuvo en mis distintas versiones hasta llegar a la que soy hoy. Soportó mi confusión cuando quise y no quise una relación formal; me esperó cuando yo cancelaba el proceso y volvía como si no hubiera pasado nada. Sé también que me quitó de su agenda varias veces aunque en este momento estábamos dándonos una tercera chance. Casi

LOS TRES A FINAL (SEGUNDA PARTE)

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  PARTE 2 Mientras seco mi cabello, ahora súper lacio que hace el trabajo más sencillo, Binky no quita sus ojos miel de encima mío. Mi ropa empapada ya está en el lavarropas y los tres mosqueteros esperando que termine para tener la charla que ninguno esperábamos. Mientras me peino, sigo pensando cuál sería la mejor opción, ellos saben que los miércoles Benja está con su papá y no sé si esperan que los haga subir. ¿Tendría que ofrecerle a Hernán un café, a Darío una cerveza y a Martín nada? ¿Qué esperarán de mí? Tal vez, cualquiera de los tres sugiera ir al bar de la esquina, ese en donde con cada uno he desayunado más de un domingo. Afuera diluvia. Me inquieta Darío, ¿estará en el asiento del acompañante de Hernán o en el de Martín? Los días con lluvia no usa la moto. Aunque hoy no es un día de lluvia más, y pienso que es el que está más enojado. Cuando Binky deje también de  interpelarme con su mirada, empezaré a cambiarme. Apago el secador y ella entendió una aceptación para p

Los tres a final

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  PARTE 1         Comienzo por el final, por el día de hoy en que me encontré entre la espada y la pared para decidir otra vez sobre el rumbo de mi vida. Soy Anastasia, pasé los treinta y cinco, tengo un hijo con el hombre que amaba y al que le dije que no cuando me propuso matrimonio; tengo un trabajo normal en el que cada mañana de 9 am a 18 pm dejo mi huella para que puedan calcular con exactitud mi sueldo trivial. Viajo mucho en transporte y hasta hoy, estaba de novia. A mi edad se le dice estar en pareja y es que de novia se está a los 15. De todos modos, no   continué de modo lineal con las costumbres y tampoco crucé el umbral al mundo menos maravilloso cuando se retira cupido. Retomo a hoy, miércoles 27 de junio, otra tarde fría y lluviosa en la que tuve sesión con la fonoaudióloga en el centro, y para mis abuelos este tipo de actividades después de hora no tienen explicación cuando podría estar en casa, mirando una serie en Netflix . Lo habitual es que reciba un llamado de

Vengo del futuro

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  Vengo del futuro y acabo de ver que estamos juntos. Y más de la  mitad de nuestras vidas estuvimos lejos, y miles de amaneceres que no nos saludamos. Pero vengo del futuro y vi que sos vos, y que tu nombre no era el que hubiera elegido para el protagonista, no tiene música ni poesía... pero eras vos, ya te vi, ya me vi, a tu lado.

MAÑANA, MAYORMENTE SOLEADO

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 PASO UNO -cuarta- Me siento cómodo porque no era esperado. Amelia tuvo que hacer lugar en una silla para que me sentara. Le entregué una botella de vino y ese fue el primer contacto que tuvieron nuestras manos. Me agradeció y ni me consultó si quería que lo destapemos ahí mismo. Lo hizo. Mientras, se inclinó a buscar algo en los muebles que no encontraba. Miré el bretel de su ropa interior que aparecía desde un escote más amplio de su sweater color fucsia. No puedo decir si esta era ropa de calle o era una prenda que usa para dormir, porque un pantalón gris, poco llamativo, abrigaba disimuladamente sus pequeñas piernas. Es más bajita de lo que creía aunque no tendría porqué haberlo sabido. No hablábamos nada aún. El ruido del agua de la canilla con el que enjuagaba las dos copas ayudó a que tuviéramos que esperar para decirnos algo. Volvió hacia mí, apoyó la cristalería y me pidió que le alcance una servilleta que había quedado en el respaldo de mi silla. Giré obsecuentemente y se la

MAÑANA, MAYORMENTE SOLEADO

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PASO UNO -tercera parte- Los viernes no me despierto antes de las diez, a menos que alguno de mis hermanos llame al teléfono del departamento. Mientras asimilo quién soy y qué día es, me desplazo hacia el living con la certeza de que el impaciente es Maxi, la novedad, decirme que hoy festejamos el cumpleaños de papá. Le dije que luego hablábamos, había algo que todavía no lograba descifrar. Volví a mi cama de la que ya había sido expulsado y me quedé en la insonoridad de mi mañana. Hoy era el día de nuestra relegada cita con Amelia y no parecía ser una buena opción  si después de estos siete aligerados meses, era yo el que fallaba. Me quedé unos minutos recostado antes de salir a fundar el día. Habrán sido unos tres minutos hasta que escuché el teléfono vibrar en la mesa de noche. Tal vez a Maximiliano no le bastaba con despertarme que tenía que asegurarse que todos estemos notificados haciendo extensiva la invitación en el grupo de hermanos. Nadie respondía nada. Tomé el teléfono para

MAÑANA, MAYORMENTE SOLEADO

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  PASO UNO -segunda parte- Llego con poco descanso a este jueves, mi último día laboral de la semana. Algunos envidian que los viernes no trabaje, y  otros, no comprenden que en "mis viernes" solo ansíe llegar a casa para destapar una cerveza y mirar alguna película, muchas veces, una vieja de los años noventa. No siento insatisfacción  por no estar con una mujer con quien compartir ratos como estos, aunque de manera intermitente, continúo en diálogo con Amelia. Ella parece nunca haberse enterado que faltó a nuestra cita y tampoco quise tomar revancha dejando de hablarle. A decir verdad, no me sentí mal aquella noche, lo único que cambió es que ahora el clima es agresivo e impiadoso, por citar al invierno, y ya que lejos quedó aquel enero sofocante. Por esto mismo, hoy es el cuarto jueves que voy a abrirme un vino y esta acción se está convirtiendo en mi nuevo culto.  Termino de contestar unos correos que me están encegueciendo desde la bandeja de entrada y me retiro del edif

MAÑANA, MAYORMENTE SOLEADO

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"Cautivo" primera parte Estoy despertando unas horas antes y ya no siempre encuentro qué hacer entre las seis y las ocho de la mañana. Hay días que solo me levanto y permanezco en pijamas deseando que haya algo para ordenar del escritorio, y hay días que olvido que no debo calzarme el traje y corbata para ir a la empresa y conmover a mi familia. Es martes, hoy me traen la medicación. Tener a un oncólogo como médico de cabecera no va a someter mis días a la pesadumbre . Ayer llamó para rogarme que tengamos una consulta cara a cara. Estoy tapado de trabajo y vienen funcionando muy bien las consultas telefónicas. Solo espero que sea la chica y su extraña motocicleta la que venga hoy del laboratorio. Alguna vez vino un muchacho, no sé de qué depende esta aparente alternancia esos martes y jueves. Pero la prefiero a ella. El martes pasado dejé que se empapara en la puerta sin que supiera si tenía que seguir esperando a que alguien le abriera. Creo que ya se topó con Julia una maña

MAÑANA, MAYORMENTE SOLEADO

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 EN TUS MANOS  (SEGUNDA PARTE) Cada tanto, yo hacía algún sutil ruido como para que supieran que estaba con algo en la cocina. Me resultaba asombroso intentar escuchar la charla que mantenía la abuela con su profesor. Se los veía muy conectados con lo suyo, ella, con movimientos de su cuerpo que yo nunca había visto y hasta su voz, estaba diferente. Él, de lo más a gusto contándole algo que no llegué a entender pero parecía un tema de su trabajo. Parado de espaldas a mí, sin que ellos lo advirtieran, su modo de hablar se convirtió en una cautivante actividad,  que no quería abandonar.  Entre risas e intensos gestos, sacó de un lugar que no distinguí pero que imagino sería de su mochila, un aparatito. Podía ser algo que necesitara para controlar el ritmo cardíaco de la abuela, por qué no. Aunque de inmediato, con su teléfono en mano y ante el alboroto de mi abuela suplicándole una canción, se empezó a escuchar una música estilo salsa o similar. Retrocedí unos pasos y me encerré en la co

Mañana mayormente soleado

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"En tus manos"  (primera parte) Mi   abuela tiene unas manos simpáticas, pequeñas, como de niña, aunque con algunas arruguitas y unas diminutas manchas. Cuando miro mis manos, me sonrío porque pienso en las suyas.  A una amiga mía, que mantengo de la infancia, mis manos le daban gracia, me contó, y cuando lo dice, me las señala, las levanta entre las suyas y me repite "¿ves? son como chiquitas, me dan ternura". Descubrí a eso de mis dieciséis, que la abuela y yo teníamos idénticas manos cuando la ayudé a sostener una pesada falda blanca de novia, para que no toque el piso, mientras ella se sacrificaba planchándole el ruedo recién hecho.  Estoy terminando de doblar la ropa que arrebaté de la soga porque el frío en la terraza era polar, mi abuela duerme su tercera hora de siesta sin ninguna interrupción. Este favor que no me pidió, va a salirme caro cuando me reclame que ya cerró Héctor, su carnicero leal, ese que custodia su  roast beef cada miércoles de modo insobo