La fiesta
Chapter 2
Supe que tenía que manejar al ver a Juan en el lugar del acompañante con la excusa de que el moño en el cuello y conducir por la ruta 3, no eran compatibles. Adelanté el debut de mis chatas que llevaba en una bolsa con la idea de tener que usarlas sobre el final de la fiesta. Juan se quedó con un cigarro en la mano y lanzó sin cuidado el saco hacia el asiento de atrás. Busqué la dirección de destino, acomodé la butaca unas dos posiciones hacia adelante, también los espejos, abroché el cinturón hasta que el escote del vestido prometía no molestarme y nos fuimos. El camino indicaba una hora de viaje.
La salida de la ciudad fue en silencio, aunque suavizado con el jazz de las movies soundtracks de Woody Allen.
Me hubiera gustado que la nuestra sea una película, la ropa nos sentaba bien para ayudar a contar nuestra increíble historia de amor.
Me pregunto cuánto tiempo más voy a contar la misma historia, la del periodista exitoso que se enamoró de una pasante del diario cuando estaba en el último año de la universidad y que ni por suerte tuvo el mismo destino en la profesión que él. Cuando terminé la pasantía, también me despedí de la profesión porque sabía que conviviría con ella todos los días que me quedaban por vivir con Juan.
Siempre lo admiré, no me fue difícil enamorarme de él; siempre tenía alguna verdad por contarme, algún conocimiento por compartirme, mientras que yo, comenzaba a hacer la diferencia en el sexo. Pienso que me convertí en la amante ideal, una mujer siempre dispuesta para entrar al juego de la seducción, con algo de romance cuando era necesario o a una exagerada desesperación cuando buscaba encenderlo a cualquier hora de su aplastante día.
Que prendiera su cigarro en el auto me molestó y fue lo primero que dijimos.
-Es espantoso el olor de ese cigarro- dije mientras bajaba unos diez centímetros las dos ventanillas.
-Perdón, pero el viaje es eterno- contestó de lo más tranquilo mientras finalmente se decidió por sacarse el moño. Tuve que mirarlo para confirmar que por algo el silencio nos resultaba incómodo.
El camino estaba más oscuro, en septiembre todavía el atardecer parece ser más corto. Levanté las luces, eran más los autos que volvían para la capital que los que íbamos al campo, como cualquier otro día, por más que fuera sábado.
La cita era a las 21 horas y estaríamos llegando unos 15 minutos antes.
Juan no se mostraba motivado por el evento ni porque fueran a celebrar la finalización del rodaje de la película que filmaron con su guion. Su primer guion y su incursión en el universo de otras celebridades. Parecía alguien, más bien, aburrido de tanto reconocimiento.
Es realmente genial en su oficio, es un gran escritor también, pero vivir con él se estaba volviendo además, monótono.
-Va a estar Jorge- sentencié sin posibilidad de ayudarme yo misma a reflexionar. Y percibí su mirada desde mi sector derecho.
-Tuvimos sexo- completé- y necesitaba decírtelo alguna vez-.
El siguió mirándome mientras lanzaba el humo. Yo seguí con la vista en la ruta. Esta vez no tuve ganas de girar y mirarlo.
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