El desafío de la libertad (crónica)

Cuando los cambios empiezan a ocurrir es porque necesitás evolucionar, suceden y no queda otra que identificar el momento, verlo, como quien está en la parada del autobús y lo ve llegar a la distancia: hay que prepararse para subir.

Si me preguntaban hace exactamente un año atrás que creía qué iba a sucederme, ni por asomo hubiera imaginado todo esto que voy a contar.

Todo comenzó cuando renuncié a un trabajo en el que era infeliz; una empresa que carecía de una cultura de validación de su principal capital: el humano. Me fui bien, en paz, siempre me voy bien de los trabajos, y soy impecable en cada puesto en el que me toca desempeñarme. El destino era la libertad y la vuelta a mi antiguo oficio, el vestuario en cine y televisión. Por entonces estaba acompañada de una pareja que apoyaba este salto aunque decidió dejar de acompañarme, así, tan inexplicable y contradictoriamente, y tuvo la mentada idea de dejar la relación para el festejo de mi cumpleaños. Ambas cosas, el cambio de trabajo, mi éxito y la huída de este muchacho, era el inicio de mi transformación y crecimiento, y aún no lo sabía.

Este trabajo me dio vida, me dio color, me dio la alegría de sentirme como un pez en el agua dentro de un set de grabación. Cuando terminó ese proyecto, luego de tres meses, recordé que debería procurar uno nuevo ya que era totalmente independiente. Apenas diez días después de que cese la actividad, y lejos de tomarlo como una merecida vacación, hubo un acontecimiento y el resultado: 6, 7, 8, 9 y 10, las costillas fractuaradas. Ahora no tenía más nada en qué pensar, las cosas pasaban para algo y tampoco lo sabía. Los pensamientos se detuvieron al igual que mi cuerpo. Este era el desafío más importante de mi vida y decidí que algo quería llevarme de aprendizaje. En esa parálisis y pausa vi que estaba en un gran momento. Aproveché para terminar la carrera de sommelier de vinos, para darme cuenta que esa posibilidad que ahora me daba esta nueva realidad, la de estar en casa, era algo a lo que aspiraba. No imaginaba tener que salir para trabajar, por el contrario, me enfoqué en que el trabajo podría buscarme a mí. Ese agosto fue incierto aunque más tarde tendría su explicación.

Sané de las costillas, podía ponerme de pie y cargarme algunos cobertores con ropa para comenzar a rodar un nuevo proyecto. Mi primer película haciendo el vestuario y ampliando aún más mis relaciones personales. Pero la semilla que se plantó en los oscuros días de la  recuperación de mi cuerpo, empezaría a dar sus frutos más tarde, unos seis meses después, en este marzo de 2023 arrebatado por una mudanza verdaderamente inesperada y un trabajo como comunicadora, redactora. Tanto había deseado  no salir de casa, ser independiente y feliz de mostrar mis habilidades al mundo, que llegó, un día llegó.

Ahora todo es "bisagra", una ruptura también, más lenta y dolorosa para forjar mi presente que será mi futuro. Hoy trabajar de escribir no es un sueño, aunque sí una realidad que tiene sus tire y afloje.

Estoy agradecida de escuchar de la boca de cada persona que me cruza y me conoce y dice "anita, naciste para esto, tenías que dedicarte a escribir y al periodismo". De a poco se van apareciendo estos hermosos personajes en mi vida. Mientras tanto, sigo pensando que cada día estoy por tomar un nuevo autobús.



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