Tus ojos, de nuevo

Mi cara tan increíble cómo después que hicimos el amor; este martes tan insípido que resurgió por vernos llegar, juntos, y de la mano, a las escaleras del subte. Yo partí hacia Catedral y vos a Tigre. Solo me acompañaste como si alguien fuera a dudar que soy tuya. Tu amiga de noches de estados felices y comidas ricas; tu suerte por haber trabajado incansablemente en vos mismo, en tu confianza; tu mujer que te cuida y te divierte. Y es que no darás nunca crédito al destino, y sí, a que Dios me hizo para vos. ¿Desde cuándo eres tan creyente? ¿Y cómo Dios puede saber lo que necesito? No recuerdo haberle contado a nadie que me podría enamorar de tus ojos redondos y verdes, a veces grises... y otras veces míos, cuando quiero sentirme en paz y en casa.

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