Me regaló un día

PARTE I

Hoy viene mi madre de visita a casa.
Hace unos cuantos años, más de siete, no nos vemos. Pero el motivo por el cual estamos distanciadas, no viene al caso contarlo ahora. Estoy realmente ansiosa.
El jardinero –persona vital en mi vida diaria- vino ayer viernes y dejó un suave colchón que invita a andar descalzos. Anoche regué por un largo rato, me quité las hawaianas y sentí esa alegría de la tierra.
He pensado muchas veces en colocar un riego mecánico, que resuelve la falta de tiempo para regar el césped, pero cada vez que lo hago con esta manguera eterna, confirmo que disfruto mucho regar en las noches de verano. Es ese momento del día donde puedo evaluar que hay muchas cosas que hago bien.

Ayer David, mi especial jardinero, plantó en un rincón del patio, de manera estratégica, una Santa Rita color durazno. Mamá ama esta planta, es su preferida, aunque diría que siente amor por todas las plantitas de igual manera. David también trasplantó a la tierra unas cuantas Alegría del hogar que rodean al salvaje árbol de moras que apareció, de la nada, el último verano. En verdad, estas Alegría del hogar están ya por todo el jardín: crecen solas donde ellas eligen, a la vez que yo he ido plantando en tierra una por cada año que pasa sin ver a mamá. Y para su cumpleaños, los 5 de octubre, también “me regalo” para el jardín una de estas flores.

Me está haciendo muy bien ocuparme de estos preparativos. Vamos con la comida.
Pensé en un brunch bien cargado, que aquí detallo:
De bebida, una selección de varios tés, que ofrece unos de  lavanda; unos de cítrico y vainilla; de durazno; de frutos rojos.
Como bebida fresca, una jarra de limonada: limón y lima, con hojitas de menta y un poco de jengibre. Tuve que comprar una hielera, ese recipiente que hoy los más jóvenes no tenemos en cuenta pero que ha estado en todas las mesas de nuestras familias. En este caso, me costó conseguir una que cumpla la función de no-dejar-derretir-el-hielo y que también, sea bonita para mi mesa.
Descarté el café como posible infusión, es decir, si tengo que usar la cafetera y prepararle uno a mamá, ni problema, pero recordé que ella no es del café. Pocas veces la ví pidiendo uno, creo que hasta le caía bastante mal. De todos modos, pondré en un recipiente unos saquitos de café, que se hace de modo sencillo.
Agua fresca también habrá.
De comer:
Imprescindible: sándwiches de miga (creo que con eso doy en el blanco de su deseo).
Budín inglés, bien pero bien tradicional, hecho por Lilian, una inglesa que vive en Hurlingham y se dedica a la repostería, puertas adentro, desde el garaje de su casa. En manos de esta señora también están el pudding de coco y una marquise de chocolate.
Lo mío es la levadura así que amasé un pan integral con semillas sésamo y unos scons salados.
El fiambre no me fue para nada difícil: queso tybo, queso de cabra, queso de campo; jamón cocido, salame milanés y mortadela especial con pistachos.
Pienso que si faltara bebida, tengo gaseosa de pomelo y también, quién sabe, y si me acompaña, destapo un rico Chardonay 2011.
La cita es al mediodía e imagino que se extenderá por toda la tarde.
Pienso en todo lo que quiero preguntarle pero dejaré que surja naturalmente. Tal vez esté cansada, aunque tengo el recuerdo de que es una mujer que se brinda por completo.
Ya son las 11 hs. Y todo luce apacible, armonioso y colorido. Es intenso el olor a pasto y flores; a sol y a tierra húmeda. Iré primero a cortar unas frutillas y naranjas para dejarlas listas en la heladera. Luego de eso, voy a darme una ducha y cambiarme. Hoy también estreno una ropa que compré para este día único.


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