Me regaló un día
PARTE I Hoy viene mi madre de visita a casa. Hace unos cuantos años, más de siete, no nos vemos. Pero el motivo por el cual estamos distanciadas, no viene al caso contarlo ahora. Estoy realmente ansiosa. El jardinero –persona vital en mi vida diaria- vino ayer viernes y dejó un suave colchón que invita a andar descalzos. Anoche regué por un largo rato, me quité las hawaianas y sentí esa alegría de la tierra. He pensado muchas veces en colocar un riego mecánico, que resuelve la falta de tiempo para regar el césped, pero cada vez que lo hago con esta manguera eterna, confirmo que disfruto mucho regar en las noches de verano. Es ese momento del día donde puedo evaluar que hay muchas cosas que hago bien. Ayer David, mi especial jardinero, plantó en un rincón del patio, de manera estratégica, una Santa Rita color durazno. Mamá ama esta planta, es su preferida, aunque diría que siente amor por todas las plantitas de igual manera. David también trasplantó a la tierra unas cuan