Búsquedas (parte 2)
II Sus pies, firmes, aplomados en el suelo, con la separación exacta en la línea de su cadera, pisaban la alfombra en la que se lee sin dificultad "La vida bar" y por el contraluz que me devolvía el contorno de su cuerpo, aún tan proporcionado, imaginé una expresión de sorpresa y de logro por la valentía de haber encontrado otra vez refugio en la misma mujer que deseó por veinte años. Quería que el momento en que soltáramos la primer palabra no llegara nunca; quería que su imagen no se vuelva nítida para no tener que apuntarnos con la mirada otra vez. Pero era cuestión de segundos hasta que dijo "Tania", y yo sintiera el llamado a salir del juego de las escondidas. "Hola" , dije, y no sabía si quería hacerle creer que no sabía quién era; si daba la bienvenida a un cliente madrugador, o dejaba ver mi "cuánto te quise y cuánto te quiero todavía, Ariel" . No pude ensayar nunca esta escena porque por apenas siete años me esmeré en olvidarl